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Un médico veterinario egresado de la UNNE se destaca en Nueva Zelanda por su formación en Avicultura. Se trata de Edgar Raffin, oriundo de la Ciudad Termal, quien trabaja en una empresa líder mundial aviar.

En el último avión que llegó a Nueva Zelanda antes del cierre de fronteras por la pandemia arribó a ese país Edgar Raffín, médico veterinario y Doctor en Ciencias Veterinarias de la UNNE, en busca de una nueva experiencia en su vida profesional, personal y familiar, dice el parte de prensa del área de Comunicación de la UNNE.

En Nueva Zelanda (Tuakau), empezó a trabajar en una empresa líder mundial en producción aviar, desde donde destaca que “en muchos países es muy reconocido el nivel de formación en avicultura de Sudamérica, en especial Brasil, Perú y Argentina”.

Cuando desde el interior de la provincia del Chaco, desde la ciudad Sáenz Peña, Raffin llegó a la ciudad de Corrientes para cursar la carrera de Ciencias Veterinarias de la UNNE, confiaba en que serían muchos los horizontes que podrían abrirles en esa nueva etapa.

Rápidamente se adaptó a la vida universitaria, y algunos años después con excelentes calificaciones se recibió de médico veterinario, enfocando allí su formación hacia el área de la producción avícola.

Por más de nueve años estuvo a cargo del área de reproductoras pesadas de la Unión Agrícola de Avellaneda, Santa Fe, y un año como responsable de granjas de engorde, y en paralelo continuó su formación en el Doctorado en Ciencias Veterinarias de la UNNE, donde conoció a quien luego sería su esposa, cuando ella era estudiante de Veterinaria de la UNNE.

UNA FAMILIA FORMADA

Ya con familia formada, siempre tenían la ilusión de radicarse en otros países, ilusión que tomaba fuerza cada vez que Edgar se encontraba y charlaba con profesionales de Estados Unidos y Brasil que realizaban el soporte técnico a empresas avícolas en más de 50 países del mundo. También se encontraba con uno de ellos en Arkansas (EEUU), donde Raffín cursó algunos módulos de su formación doctoral.

A mediados del año 2019, junto a su esposa, tomaron la decisión de concretar esa idea que hace tiempo la venían pensando y, gracias a la ayuda de uno de los asesores técnicos, Raffín pudo contactarse con una empresa de Nueva Zelanda dedicada a la producción de pollitos bebé para carne (Línea Cobb 500) y ponedoras comerciales (Línea Shaver) para producción de huevos de consumo, que necesitaba profesionales con experiencia en avicultura, y así se abrió la posibilidad de hacer viable su sueño de vivir en el exterior.Con las expectativas a cuesta, junto a su esposa e hijo a mediados de marzo emprendieron viaje a Nueva Zelanda.

LA LLEGADA EN MEDIO DE LA PANDEMIA

El destino les tenía preparado que lleguen en el último avión que ingresó al Aeropuerto Internacional de Auckland, antes que se disponga la clausura de todo de tipo de vuelos en Nueva Zelanda como medida de prevención por la pandemia.

“Llegamos y estuvimos totalmente aislados por más de diez días, con muchas complicaciones por desconocimiento de la vida en este país, la cultura, el idioma, sumado a la incertidumbre de las medidas de restricciones por la emergencia sanitaria” señaló.

Pero aclaró que en esos primeros días en su adaptación pudieron sostenerse desde sus creencias religiosas y por el apoyo de personas que hicieron más llevadera esa etapa inicial.

“Gracias a Dios y con la ayuda de miembros católicos religiosos pertenecientes a la Obra del Opus Dei, que nos habíamos comunicado antes de emprender este viaje, nos adaptamos prontamente, y ellos fueron el sostén de mi familia y mío en los primeros meses en Tuakau. Nunca voy a olvidar el primer día cuando arribe a Auckland y un español de nombre Luis y un inglés, Richard, estaban esperándonos con una hermosa sonrisa y predisposición para ayudarnos en todo lo que necesitásemos en esta nueva tierra desconocida por nosotros. Actualmente pasaron a formar parte de nuestra familia y están permanentemente pendiente de nosotros” señala.

Con el paso de los días, las restricciones progresivamente se fueron flexibilizando y “ahora llevamos ocho meses en una nueva vida, que en lo profesional nos genera muchas perspectivas de crecimiento tanto a mí como a mi esposa” señala el Raffín.