Forjó el hierro a temprana edad, interviniendo muchas iglesias y casi todos los hogares de Sáenz Peña, pero también encuentra inspiración en los nudos de la madera donde da forma a cada personaje.José Herminio ‘Chingolo’ De Biasio nació en Laguna Paiva provincia de Santa Fe, pero al cumplir el año fue a vivir a la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco) de donde se siente un hijo más.
En la adolescencia conoció a Ana María ‘Nety’ Montenegro, se casaron muy jóvenes hace 56 años y construyeron un hogar con sus hijos, José Alejandro, Carina y María Bárbara.
Todos lo conocen como Chingolo, él es un artista, un constructor, dibujante, diseñador, creador, tiene el don de trasformar el hierro y la madera, pero a ese don lo pulió, lo forjó, se capacitó y aprendió de todos aquellos que durante su vida oficiaron de maestros. Tiene una gran capacidad para reinventarse, fue comerciante y dueño de La Casona, un comedor muy conocido en Sáenz Peña donde mostró su destreza en el arte culinario que hasta hoy lo vive en cada encuentro con la familia y los amigos. Tuvieron, junto a sus seres queridos, épocas buenas y otras no tanto, pero de cada situación se quedaron con aquello que los ayudó a crecer como personas y como familia. Hicieron todo para volver a reunirse, ya que estaban dispersos por las vueltas de la vida, y ese reencuentro fue en Corrientes, más precisamente en Santa Ana de los Guácaras.

“Yo decido tomar un camino nuevo, debido a que a fines de los ’90 comenzó a faltar trabajo, donde los negocios no iban bien, y yo tenía dos comercios en Sáenz Peña; y estaba medio bajoneado, me sentía mal por eso. Como nosotros teníamos una casita de fin de semana en Villa Río Bermejito (Chaco), una noche estábamos con Nety escuchando música y dijimos, qué lindo lugar para vivir; ¿te gustaría? le pregunté; ¿y mi trabajo? fue lo primero que me dijo. Le dimos varias vueltas al tema, hasta que decidimos que primero me quedaba yo y después venía ella. Nety fue en colectivo hasta ‘el Río’ (Villa Río Bermejito) todos los fines de semana durante casi un año, hasta que se acogió al retiro voluntario. En ese tiempo me encargué de terminar la casita, poniendo todo aquello que faltaba”. Allí Chingolo se lució como constructor y forjador de puertas, ventanas, rejas, cerramientos, todo lo necesario para establecerse.

Comenzaron de cero con un kiosco, ya que no había posibilidad de hacer su trabajo de herrería, no había dónde comprar hierros, ni de dónde obtener chatarras para recuperarlas y hacer esas obras de arte a las que estaba acostumbrado y tanto quería, además de ser una actividad a la que por mucho tiempo le había sacado rédito. En Sáenz Peña hizo las rejas más buscadas, esas que no repetían diseño, aunque alguno se lo pidiera: “Haceme como la de aquel vecino”.
Así se fue alejando de la herrería, su trabajo primigenio, por falta de material, pero tanta era su necesidad de crear que esto tampoco fue impedimento para continuar dando forma a sus pensamientos y visiones, al punto de cambiar de material; porque él veía en ese pedazo de hierro o chatarra lo que luego sería una cruz, un adorno, una reja, el perfil de una mesa, tirantes, etc. ¿Por qué no ver lo mismo en un pedazo de madera? le dijo el destino. “Frente a mi casa vivía Juan Rais, yo no sabía que era escultor, hacía las imágenes de la Virgen María y el Niño Dios para las iglesias que fueron fundando en el Paraguay, las esculpía en palo santo.
Él de joven ingresó a la congregación franciscana y estuvo 20 años allí trabajando hasta que después de dejar los hábitos fue a vivir a Bermejito. Yo estaba enfrente y escuchaba los ruidos y me preguntaba, ¿qué será que hace este señor?, yo creí que era zapatero. Hasta que un día me puse a mirar y al verme me saludó, y me invitó a ver lo que estaba haciendo, era un Cristo tan lindo que era como para arrodillarse; verdaderamente un artista, y desde ese momento me crucé todas las mañanas a ver cómo trabajaba, cómo hacía el perfil de la Virgen Niña en una tabla gruesa. Un día le dije, don Juan yo le voy a probar a esto, y me dio tres herramientas; métale me dijo, y empecé a ver los trozos de madera y a pensar qué iba a hacer; yo tenía casi 50 años cuando comencé a esculpir la madera”.

Nety acotó, “a los diez días volví a ‘el Río’ y me encontré con la imagen de una Santa Rita; fue lo segundo que hizo, porque cuando tenía 16 años su primera obra fue una india, que me la regaló”. Después, hizo dos imágenes más de Santa Rita, “pero nunca tan linda como la primera, una se la di a una amiga de Bermejito y la entronó en el campo para que no se lo quitaran, le dije que era milagrosa. Luego, vendió su campo y se fue a Santa Fe, allí está ahora esa imagen”.
Un día lo invitaron para que vaya a exponer a Sáenz Peña, a un encuentro de escultores del interior del Chaco, “no quería ir solo entonces lo invité a Juan porque él sí era bueno en serio, él llevó un Cristo, y yo una obra que era hermosa, porque las vetas de la madera iban haciendo la pintura del indio Zulú, como si le hubiera pasado el pincel. Se la ofrecí a la Fiesta Nacional del Algodón y ellos la compraron, la pusieron en el hotel Gualok de Sáenz Peña. Fue la primera y única obra que vendí en mi vida, porque acostumbro a conservar mis esculturas”.

Se fue haciendo regularmente este encuentro de escultores del interior, y cuando murió Favaloro, Chingolo estaba en Bermejito viendo las noticias, “me quedé tan mal después de escuchar la noticia que cuando me llamaron de Sáenz Peña invitándome a participar, le dije, voy pero con una condición, si puedo hacer una obra en homenaje al Dr. Favaloro”.
El intendente de la ciudad le puso el nombre de ‘Chingolo De Biasio’ al encuentro, porque le había dicho que le haría un homenaje al recordado médico. “Cuando llegué a Sáenz Peña, bajé el taco de madera que pesaba 700 k, era de noche, lo dejé en la plaza principal y me fui a mi casa, al otro día a la mañana fui a la plaza y ahí vi el cartel con mi nombre, fue emocionante”.
Esta obra de una mano con el corazón en el centro, le llevó los tres días del encuentro para darle forma, “pero cuando empiezo a hacer el corazón, el corazón tenía un defecto, una enfermedad de la madera que le comió el pedacito que yo quería que fuera el corazón, eso fue lo que le aportó la naturaleza, estaba enfermo el corazón”. Esa obra está hecha en quebracho colorado, y mide aproximadamente 1,40 de alto y pesa unos 150 kilos; originariamente estuvo en el hall del Hotel Gualok, la obra fue donada para ser colocada en un hospital que se iba a construir y que nunca se hizo; actualmente se encuentra en el edificio de la Junta Regional de Clasificaciones de Presidencia Roque Sáenz Peña.

Este hombre que ayudó a construir cinco iglesias, hizo los altares, las rejas, los asientos, el vía crucis, la Cruz para las procesiones, los sagrarios, los apliques para las luces, farolitos, candelabros, todo de hierro forjado y con diferente diseños, también fue el autor de la Cruz que durante unos años supo estar en la rotonda de ingreso a esta ciudad que lo vio crecer.
“Yo trabajaba en el sector de obras de la municipalidad, me llamó el intendente y me encomendó hacer una obra para la rotonda, -esto fue en la época de monseñor Di Stéfano-. Le dije que haríamos una Cruz, y fui a un corralón donde estaban unos caños que habían sobrado de una obra, y con todos los empleados municipales hicimos una Cruz de cinco metros. La instalamos, la inauguramos y después de unos años vinieron los de Vialidad y dijeron, ahí no puede estar esa Cruz porque obstaculiza la visual, y bueno, hasta el día de hoy no se sabe adónde llevaron esa Cruz”.
En Bermejito construyeron con el pasar de los años una granja con animales, frutas y verduras, haciendo una vida tranquila, lo único que le faltó fue una vaca, comentaron. “Allí también había una Iglesia, era un galpón, se entraba por el costado y un día me dijeron si la podía mejorar. Como no tenía Cruz, hice una de quebracho colorado de cinco metros, y decía Rogá por nosotros, sí, Rogá sin la ‘d’ y vino gente y me dijo: Chingolo es rogad con la ‘d’. No, le dije, es Rogá porque yo tengo confianza con él, y así quedó, y no era un error”.
Pasó el tiempo, casi 20 años, seguían lejos de sus hijos y para entonces los tres, Chingolito (José Alejandro), Carina y Maribá (María Bárbara), estaban estudiando en Corrientes. “Nos dijeron, por qué no vienen a vivir con nosotros, si les pasa algo están muy lejos. Bueno, pero no vamos a ir a vivir a la ciudad; fue lo primero que planteamos. Estamos acostumbrados al pescado, al pájaro, al río, a que nuestros amigos nos visiten. Solamente si vamos a un lugar tranquilo, dijimos, y fue así que Nety vino varias veces para buscar una casa a las afueras de la ciudad”. Allí nos comentó Nety, “me llevaron a otros lugares, pero cuando entré a Santa Ana, vi la sombra que hay, el callejón de árboles; me dije, este lugar me gusta”.

Y así fue que volvieron a reunirse como familia en el 2006, cuando compraron el terreno. Primero se quedó a vivir Chingolo para construir la casa junto a sus empleados y lo hicieron en 75 días. “Había que solucionar la separación de la familia, que andábamos por todos lados. Entonces me quedé acá haciendo la casa y Nety fue sola ‘al Río’, a embalar las cosas”; – acotó Nety- “teníamos unos amigos que valen oro y me ayudaron haciendo más entretenido el armado de las cajas para la mudanza”. Este artista tiene la habilidad de transformarse según la circunstancia, y así fue que pronto tuvieron su hogar, no cualquier hogar, uno con muchas esculturas al que llamaron ‘La Promesa’. “Me encuentro con la imagen, con los personajes para el tallado. Al no poder en bermejito forjar el hierro yo tenía la necesidad de hacer una obra con las manos, y así me inicié en el tallado de la madera, ¿cualquier madera? No. Esa en donde yo vea al personaje”.
En su casa de Santa Ana se encuentran sus obras en madera, allí en el nudo ve al personaje, y es así que está un Cristo pequeño entronizando una gruta al ingresar a su hogar, otra a la que bautizó El Viejo, y al llegar al quincho aparece una India toba; estas obras fueron realizadas en este pueblo que tanto quieren. También, está su primera Santa Rita, otro Cristo, Sur, 100 años, Nueve lunas, Tango; además de un sinfín de obras en hierro y bronce. Hoy se encuentra dándole vueltas a un nudo viendo al personaje que nacerá de ese tronco tan rústico.
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