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Estas son las historias y mitos de los diferentes bandidos rurales que han existido en la región (Chaco-Corriente-Formosa-Misiones-Santa Fe) que enfrentaron a la autoridad, y que según ellos era una causa noble, eran como una especie de Robin Hood, robaban al rico para darle al pobre, y por estas acciones se ganaron la devoción de miles de seguidores. Hoy nos toca hablar de Segundo David Peralta, popularmente conocido como “Mate Cosido”.

Segundo David Peralta nació el 3 de marzo de 1898 en Monteros, provincia de Tucumán, cuando esa localidad tenía menos de cuatro mil habitantes. Era hijo de Julio Blanco Peralta y Rosa Díaz, un matrimonio de trabajadores que envió a sus cinco hijos a la escuela y los incitó a aprender un oficio que les sirviera para ganarse la vida. Es así que a los 13 años, Segundo David entró como aprendiz en la única imprenta del pueblo, donde también se transformó en un lector insaciable. Se  desarrolló  como  obrero  encuadernador  desde  que  finalizó  sus  estudios  primarios, oficio que compartió con su padre.

Segundo David Peralta usó siete nombres falsos en su vida pero tenía un solo alias, Mate Cosido, a causa de una cicatriz oblicua sobre la frente, del lado derecho, de un centímetro, que le quedó al coserle la herida. Eso dice en su prontuario de Gendarmería, que lleva el número uno. También, que medía 1,65, de pelo castaño, con una “calvicie frontal incipiente”, de labios finos y orejas grandes. Los años en el monte chaqueño oscurecerían su piel, le harían perder dos dientes y lo enflaquecerían.

Fue un bandido social

El historiador Hugo Chumbita  afirma  que  el  “bandido  social”  es  aquel,  que a diferencia  del  bandido  común,  es  solidario  con  su  comunidad,  se  cree  que  roba  a  los ricos  para  ayudar  a  los  pobres,  por  lo  tanto  recibe  la  protección  y  es  exaltado  por  su gente.

En el Chaco comenzó una carrera delictiva eligiendo como blancos a las grandes empresas o sus ejecutivos. Cuando ya tenía 20 años en el delito, fue herido por gendarmes y nunca más se supo de él. Allí, nació el mito.

Fue un bandolero y por eso calificado de “delincuente” por algunos y de “benefactor” o “rebelde” por otros, que pasó a ser un célebre personaje del folclore regional del norte argentino.

Desapareció un 7 de enero de 1940 y se convirtió en leyenda. Un delincuente tucumano que aterrorizó a las multinacionales del norte y que nunca pudo ser atrapado.

No poseía un solo nombre, a lo largo de su carrera delictiva uso muchos alias como Manuel Bertolatti, Juan de la Cruz Soria ,Julio Oviedo. Poseer multiplicidad de identidades le sirvió para ir de un lado al otro en el noreste argentino.

Tranquilamente podríamos hablar del Robin Hood tucumano, o norteño, al referirnos a Mate Cosido. Se lo conoció como un bandido que robaba a los ricos y compartía con los pobres.

Sus principales objetivos eran las multinacionales, las empresas ricas, las que tenían dinero. Era considerado un Robin Hood porque buscaba reducir al máximo los daños colaterales de un robo.

Su vida se convirtió en un ida y vuelta en constante tensión con la ley.  Volvió  a  tener  problemas  con  ella  en  Santiago  del  Estero,  en  Tucumán  y  en Corrientes, donde al parecer se especializó en el hurto de joyas y estafa a comerciantes correntinos.

Fue  en  estas  circunstancias  que  conoció  a  Antonio  Rossi,  acreditado  como  “El Calabrés”, quien se convertiría con el tiempo en su socio delictivo y en varias ocasiones tomaría  también  el  nombre  de  José  Benítez.  Juntos  se  dedicaron  a  timar  y  asaltar  a varios  colonos  y  comerciantes  de  la  localidad  chaqueña  de  Presidencia  Roque  Sáenz Peña, en la provincia del Chaco, pero finalmente fueron atrapados y debieron cumplir 6 años de pena.

En 1931, fueron liberados de la cárcel de Resistencia, Chaco y Mate Cosido decidió cambiar su modalidad delictiva y resolvió armar una banda.  Algunos aseguran que, al asaltar la agencia de Dreyfus de Machagay, Mate Cosido vació la caja fuerte, pero el dinero destinado a los obreros de la empresa quedó ahí.

Esa aparente conciencia social que tenía le garantizó poder realizar sus actos con mayor facilidad y contar con la protección de la gente. Peralta repartía dinero y establecía buenas relaciones con los lugareños. Este paso es propio de las estrategias de las guerras de guerrillas utilizadas por los movimientos revolucionarios. Pero, en este caso aplicado a robos, sin ninguna causa política como principio, al menos no claramente.

Estuvo preso en varias ocasiones, pero la libertad parecía siempre darle una nueva oportunidad. El estar constantemente buscado no lo achicó, pero el camino de Peralta le indicó que su destino siguiente era Chaco. Aún no estaba formada como provincia, sí era un territorio federal, pero representaba un polo importante para atacar trenes, bancos, estancieros y gerentes.

Forestal, Dreyfus, Clayton, junto a Bunge y Born, multinacionales, fueron las principales víctimas de los ataques de Mate Cosido. Algunos, sin ninguna pruebas, deslizan que Gendarmería podría haber sido una fuerza creada por estas empresas. Con la policía buscándolo y ahora Gendarmería la tarea de escapar se volvía más difícil.

Algunos sospechan que murió desangrado en los bosques de Chaco. Algunos aseguran haberlo visto por sus ciudades. La realidad es que no hay una certeza sobre lo que sucedió con él. Lo único que se sabe es que atormentó a multinacionales, y se configuró para muchos como un justiciero en lugar de un delincuente. Quedó en la historia popular como el delincuente que le robaba a los ricos, como un acto de justicia ya que, para él, los verdaderos ladrones eran los ricos.

La Gendarmería no pudo cumplir con su misión en el tren de Villa Berthet,  fue la última vez que lo vieron, hace 82 años, cuando escapó a la emboscada, mal herido.

Mate Cosido se convirtió en una leyenda ,un bandido benefactor, del que jamás se supo cómo fueron sus últimos momentos de vida