El 14 de junio de 1986 murió en Ginebra, Jorge Luis Borges, pero no su gran trayectoria literaria que ha abordado cuestiones metafísicas, filosóficas y universales.Se destacó principalmente por sus cuentos cortos, ensayos breves y poemas. La perfección, belleza y originalidad de su lenguaje e ideas y de sus conocimientos plasmados en papel lo convirtieron en uno de los eruditos de su época.
Borges hace uso de laberintos, espejos, juegos de ajedrez e historias de detectives, creando un complejo panorama intelectual, aunque su lenguaje es claro, con matices irónicos. Presenta la más fantástica de las escenas en términos simples, seduciéndonos a ingresar en la bifurcada vía de su aparentemente infinita imaginación.
“Su obra desarma cualquier dicotomía: encarnó la vanguardia desde la tradición y elaboró un estilo mal llamado elitista desde los géneros mal llamados populares. Hasta su figura se burla de esas contradicciones: un visionario ciego que usaba elogios como insultos, un lector de los antiguos que fue más moderno que cualquier contemporáneo”, resume Castagnet, Martín Felipe.
Las anécdotas sobre Borges
En una estrevista , Borges y un escritor joven se ecnontraban debatiendo sobre literatura y otros temas. El escritor joven le dijo: “Y bueno, en política no vamos a estar de acuerdo maestro, porque yo soy peronista”. Borges contestó: “¿Cómo que no? Yo también soy ciego”.
En Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: “¿En su país todavía hay caníbales?…”Ya no -contestó- nos los comimos a todos”, ironizó Borges.
El escritor argentino Héctor Bianciotti recordó una de las tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los halagos de la gente: Ocurrió en París, en un estudio de televisión.
-”¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores del siglo?” … “Es que este ha sido un siglo muy mediocre”, respondió Borges.
Borges por el mismo
El poema de los Dones
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que solo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
Sobre el escritor
La “historia oficial” sobre la vida del escritor afirma que fue parte de una familia conservadora de alta clase social aunque, según él, de escasa fortuna, del elegante barrio de Palermo.
En 1908 publicó su primera obra: una traducción del inglés al español de “El príncipe Feliz”, de Oscar Wilde. Apenas tenía 9 años de edad cuando esa traducción se publicó en las páginas del diario La Razón, de Bs.As.
En 1914, la familia se trasladó a Europa, porque el padre comenzó a sufrir un serio deterioro por enfermedad degenerativa de la vista, una ceguera para la que no había tratamiento en Argentina.Se radicaron en Ginebra, Suiza, donde el entonces adolescente y joven Jorge Luis recibió una educación privilegiada en el famoso Liceo “Jean Calvin”, donde recibió elogios por su erudición y apego a la lectura.
Luego de que terminara la primera Guerra Mundial, fueron a Barcelona y luego a Mallorca y Madrid, en España, en donde fue amigo del escritor Rafael Cansinos Assens, Guillermo de Torre y Ramón Gómez de la Serna. En España se hizo parte del movimiento “ultraísta”, que luego criticaría duramente.
Vuelve a Buenos Aires en 1924 donde colabora con varias revistas y publica poesía, ensayos y traducciones. Su apego al mundo de lo popular a través de temas como el uso del lunfardo, el tango y los personajes de “mala vida” convivieron con sus búsquedas literarias de más alto nivel, con temas filosóficos y metafísicos, lo que lo hizo cosmopolita y famoso en el mundo.
En la década del 30 publica su “Historia Universal de la Infamia” y reseñas en la revista Sur de Victoria Ocampo, aunque su mejor amigo, Adolfo Bioy Casares, con quien compartió salidas, encuentros y hasta obras a cuatro manos, estaba casado con Silvina Ocampo, la hermana de la editora de la mítica revista cultural.
Luego vinieron las obras más célebres, los volúmenes de cuentos: “Ficciones” (1945) y el “El Aleph” (1949). En ellos, su prosa se vuelca en biografías apócrifas, reseñas de libros que no existen, teologías heréticas, thrillers metafísicos, cosmogonías idealistas y demás invenciones que le valdrían el reconocimiento de la crítica.
En los años 50, el destino le reserva la paradoja de la que habla tanto: el reconocimiento como escritor por la crítica mundial y a la vez, la ceguera que antes había afectado a su padre.